anotaRNSe llama Antonia, y eso es un punto negativo. Tiene 79 años y con eso ya van dos. A parte de ser mujer y anciana, es parte de una etnia, de una minoría; indígena de sangre y cultura, tres puntos. El cuarto punto negativo, para considerarla “endeble” ante la sociedad y autoridad, se lo otorga su lengua: el náhuatl; no comprende el español.

Puntos simples como un punto, y llanos como números de uno en uno que sumados llegan apenas a cuatro, son los que la hacen producto de abusos y de discriminación. Entre tres o cuatro de estos caracteres inútiles,son los que la hacen diferente de ti y de mí.

Se levantó temprano, al alba, como está acostumbrada. De su wilil o canasto, sacó una empanuchada: amasijo de pan relleno de piloncillo. Y de una jícara, sacó agua en su tazón de peltre y la calentó con leña, para prepararse un café soluble que guarda en un viejo bote de bordes oxidados. Fumó un cigarro de papel de arroz y tabaco negro, y se aliñó su atuendo: refajo de color negro con rayas rojas y una blusa de popalina bordada a mano, además de una faja de manta -igual que sus calzones- que ocupa para ajustar su vestimenta.

De una astillada repisa que le colocó uno de sus nietos a manera de rústico altar, bajó uno de sus halsitnit, santo local figurilla de papel, al que besó para que cuidara a su pequeño rebaño -constante de dos cabras y una vaca flaca- de las barrancas, tigrillos, jabalíes y cañadas traicioneras.

Quitoa in icuac in cacoya, quinextia miquiztli,

cocoliztli; miquiztetzahuitl. In aquin oquicac

azo ye miquiz; azo tlacihuiti; azo tlatlatzihuiti.

Como en cualquier parte alta de la Sierra Veracruzana, hoy tampoco toca baño porque la semana ha estado muy fría de anticipado; se salpica con la mano, algo de agua en la cara, mucha neblina para los que se despiertan con la caída de la luna.

Al salir de su casa, situada sobre un asentamiento del alto monte, lo primero que mira es la Iglesia de la Villa, asomándose entre la niebla, y al sentir un escalofrío se persigna. Vuelve por el machete, como si hubiera presentido algo, bien dicen por allá que “sirve pa’ limpiar la milpa o pa’ cobrar cualquier agravio”.

Tomó ruta por la falda de la gran loma, ahí por donde los árboles acarician el cielo, con machete al cinto, pepitas para entretener los dientes viejos y una vara de árbol recio para pastorear y contener a su ganado, ganado del matrimonio de una de sus hijas y de trabajar duro al quedarse viuda hace ya tantos años.

Cogió el camino de siempre, acompañada sola de sus pasos y sus animales, a saber: la Ernestina, la cabra más joven y terca, la Cata, cabra vieja buena productora de leche, y la Sidronia, vaca flaca a quien le hablaba seguido y con quien había bien congeniado. Se acordó que uno de sus hijos iría a visitarla desde la laguna de Chautengo, como a una hora de camino, donde viven de la pesca porque nunca les gustó el arado.

A lo lejos escuchó un pesado motor batallando por vencer la serranía, por lo que se apresuró, con esa lenta habilidad que tienen los viejecillos que toda la vida han andado a guaraches, para quitar a sus animales del camino, pero la Ernestina siempre terca, no quiso moverse por olfatear una lata tirada por ahí. Y entonces la zurró con la vara, y la cabra lloró fuerte, extraño, como llanto de tecolote le pareció.

El camión hizo parada, y cuando volteó Antonia, ya estaba rodeada por un grupúsculo de hombres, cuatro o cinco vestidos de uniforme, verde. Olían a aguardiente y hierba, tenían los ojos desorbitados. Y le gritaron. Ella que no habla español, comprende que cuando le gritan cosas que no entiende, lo mejor es huir. Intenta hacerlo pero uno le mete el pie y le provoca un tropiezo, a los 79 ya no es cualquier asunto, fractura de cadera y no puede levantarse. El dolor es inaudito, el miedo también.

Quitoa in icuac in cacoya, quinextia miquiztli,

cocoliztli; miquiztetzahuitl. In aquin oquicac

azo ye miquiz; azo tlacihuiti; azo tlatlatzihuiti.

(Decían que cuando era oído (el Tecolote), descubría la muerte,

la enfermedad; era augurio de muerte. El que lo oyó

quizá muera; quizá termine; quizá se canse).

Se llama Antonia, tiene 79 años, es indígena y no habla español. Cuatro puntos, los que la hacen diferente y por los que la evalúan y explican los ministerios públicos y derechos humanos en una clínica pública vecina. Cadera fracturada, golpes contusos en el cuerpo, mordeduras que le arrancaron el pezón izquierdo, moretón que indica estuvo maniatada, desgarro vaginal, pupilas anisocoricas que reflejan daño en el sistema autónomo, perforación del intestino grueso por múltiple penetración; infección masiva de hígado y vísceras; septicemia. En domingo 8 de marzo, ya entrada la noche, murió.

Este es el cuento del día Internacional de la Mujer. El día que sigue siendo Internacionalmente, tan sólo un cuento.

Art. Relacionados:

* 8 de marzo Mujeres promoviendo el cambio.

* Día internacional de la mujer en Wikipedia

* Confirma la PGJ de Veracruz…

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