Quizás, y sólo quizás, la vida está de cabeza. Quizás debiera todo ir en orden invertido. Quizás uno debiera comenzar a formarse del polvo, gusanos y de la tierra. Quizás uno nacería entonces con un infarto, un derrame cerebral o un cáncer terminal. Uno nacería mucho más sabio, en el retiro, y luego vendría el trabajo, los hijos, la boda, el noviazgo. Quizás llegaría después la universidad, la preparatoria, los enamoramientos de adolescencia, secundaria, primaria y las travesuras, los amigos y el fútbol; ninguna responsabilidad, viejo-adulto-niño-bebé. Que otros te cuiden, te vean con cariño, te alimenten y dejen dormir, vean por ti con amor y cubran todas tus necesidades. Quizás, uno debiera morir fundiéndose en el orgasmo de una pareja enamorada. Quizás, yo digo, todo debiera ir en orden invertido. Quizás alguna vez fue así…

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