Al fondo de la cabaña, cruje la chimenea mientras pequeñas chispas – cual hadas que al estornudar iluminan la noche – revolotean por doquier dibujando una estela de cálido olor a madera. Entre risillas divertidas, él levanta la vista de los recortes de noticias raras que colecciona y que tanto le divierten, y su mirada se dirige a la ventana principal de la cabaña. Está nevando. No podría ser mejor.

“Roban bebé pingüino”
Las autoridades sanitarias temen que el motivo haya sido para utilizarlo como regalo de Navidad…

“Mujer gorda deberá hacerse estudio en zoológico”
Jennifer Walters, de 185 kilos, tiene tal magnitud que no cabe en ningún aparato de resonancia magnética humana, por lo cual los médicos sugirieron fuera traslada al zoológico de Nueva York que cuenta con un aparato similar diseñado para diagnóstico de hipopótamos…

Riendo, se levanta de la rústica mesa donde tiene desplegado todo ese conjunto de recortes de diarios acumulados durante el año, y se sirve una copa de Calvado que decanta y bebe solamente en esta noche. Disfruta el aroma, el sabor seco amanzanado que acompaña con un poco de queso ahumado y jamón de jabugo; ama su dejo acastañado. También, ama sus notas raras. Y es sólo hoy, que junta las del año por concluir y las reúne y archiva en cajas con las de años anteriores; actividad que goza de sobremanera. Sí, es cierto. Lo suyo es un pasatiempo poco común, especialmente para alguien tan culto y adinerado. Por eso, nadie sabe de su gusto extraño.

Esta tradición lleva muchos años cumpliéndola en secreto y al pie de la letra. Comenzó cuando tenía treinta y tantos años y ahora, con miles de cajas en bodega, es un hombre mayor, de poco cabello blanco, arrugas profundas, caminar lento y pecas en las manos… Y aunque con el tiempo los ojos se le han ido apagando, no ha sucedido lo mismo con su sentido del humor, que más bien se ha refinado y afilado. Es así, como todos los años, que pasa la víspera navideña recordando, leyendo sus recortes y riendo a carcajadas abiertas hasta que se duerme algo alcoholizado…

“Roban de museo los famosos zapatos rojos de Dorothy”
El par de zapatos rojos que Judy Garland utilizara en la cinta del Mago de Oz, fueron robados de un museo en Minnesota…

Esta nota la separa de las demás. Luego, con cierta melancolía que no le dura mucho tiempo, piensa en que sería bueno tener un perro. El aire huele a campo, y el frío respirar que entra a sus pulmones junto con el humo de su pipa, lo hace sentirse renovado. Siempre este ritual lo pone de buen humor. Ha habido ocasiones, en que hasta de la risa se ha orinado…

“Esposo infiel delatado por el Loro de su Mujer”
Las infidelidades de un hombre quedaron al descubierto cuando el loro de su esposa imitó su voz cuando la pareja sostenía relaciones sexuales. El loro imitó un “oh, si, Norma, así me gusta” , y Carmen, la esposa, se percató que el loro se refería a la secretaria de su esposo…

Esta es la forma en que él, se hace su Noche Buena. Trabaja todo el año coleccionando asuntos nimios y cómicos que concluyen en el éxtasis de la risa. Y así le gusta celebrar estas fechas. No con el ánimo depredador de las compras. Sino con la risa. Algo tan simple y único, personal e íntimo como la risa.

Desde que tomó la decisión, él no piensa en un regalo ideal, y tampoco se decepciona al observar que lo cambian por otra cosa. Él no tiene que poner cara de sorpresa ni de agrado al recibir artículos que nunca compraría. No se endeuda, no sufre la cuesta de enero, no debe dinero. No va a centros comerciales ni hace kilométricas filas. No se mete en el calor ni en el bullicio. No se obliga a comer pavo ni ningún otro platillo que en realidad nunca ha apreciado. No escucha jingles, ni plegarias, ni da ni recibe abrazos. No tiene que tolerar a aquellos miembros de la familia cuya compañía no gusta demasiado. No compra arbolito, ni tiene que barrer las esferas que se cayeron y rompieron, ni revisa las luces intermitentes, como tampoco hace corajes por los miles de foquitos del vecino. Él, en Noche Buena, no lidia ni con tontos ni con borrachos, y no tiene que ceder al estacional sentimentalismo.

Él no consume más coca cola ni chocolates. No se indigesta, no sufre del tráfico en esta época. Ni si quiera tiene que oler de cerca el ambulantaje. No canta ni rompe piñatas, no asiste a posadas. No tiene que sostener superfluas charlas de los acontecimientos recientes, que parece se llevan a cabo más por demostrar estar informados que por querer escuchar otros puntos de vista… Tampoco sufre y aguanta los falsos motivos y reflexiones catárticas lagrimosas. No AMLO con sus pejedadas, ni Chente con sus vicentadas, ni Madrazo con sus ocultos palazos. No Bush, no Osama, no nada. A él, sólo le cae bien la risa. Es lo único que en realidad le queda. Porque él, no tiene a nadie más en la vida para acompañar sus soledad. Él, es un hombre que está absolutamente sólo. Sólo con su recortes de periódico, sus queridas notas raras. Y este año, con un pequeño regalo que se ha hecho asimismo: un par de zapatillas rojas con las que ha decidido engalanar su sala.

Y tu, ¿tienes con quien padecer la navidad?… Vive tú tu realidad novelada. Sean amigos, vecinos o familia, padécela con calma y si puedes, aprende a disfrutarla. Yo lo hago; desde hace cuatro años. Reciban todos un abrazo de grinch y mis mejores deseos para estas fechas. ¡Felices fiestas!

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