Sí. Yo soy ese que casi todos los mexicanos odian. Ese que señalan. Ese del que se burlan en los semáforos. Yo soy de quien hablan con tanto desprecio, con un odio exponencial. Sí, yo soy ese que se calzó los zapatos para mirarse en el espejo, sin rasurarse, meditabundo y algo deprimido… Se cumplen diez años de que todos mis avances fueron destrozados en una tarde babilónica…
¿Que me enfermé de poder? No lo creo. Poder he tenido desde el día en que comprendí que el origen de cada acción, del valor de cada lucha, estaba dentro de mi y por eso me convertí en el Dios de un país por seis años. Mi error fue creer que no me crucificarían también para purificar sus propios pecados…
Pocos de mis compatriotas comprenden que la política en este nivel, no es un juego de azar. Primero las confabulaciones y los rumores. Luego el ejército rebelde y los robos multimillonarios y un ataque especulativo y mi consecuente satanización como el culpable de engañar al pueblo y hacerle olvidar todas sus desgracias. Pero todo fue una preparación para asestarme el golpe mortal al acusarme del desdichado asesinato de mi propio candidato. Es verdad que pude haberlo hecho yo; siempre he tomado las decisiones con mucho hielo y nunca he sido cobarde… Pero cualquiera que lo vea con la frialdad con la que se debe tratar un asunto de Estado, comprenderá que la bala que le dio en la cabeza, a mi me perforó las entrañas. Me asesinaron mi presente y mi futuro y la historia que ya tenía ganada. Me ensuciaron de lodo, me quitaron mi fama mundial y me robaron la dignidad… Cuando asesinaron a Madero, ¿quien sobrevivió? ¡Huerta! Cuando asesinaron a Obregón, ¡sobrevivió Calles!… ¿Cómo se atreven entonces a decir que yo sobreviví a mi candidato cuando estoy muerto a todas luces?… ¡Maldigo a todo aquel que piense que yo sería un ente incontrolable y pasional capaz de automutilarse por un berrinche!
¿Que cometí un error económico?… Siempre hay un punto débil en cada estructura y siempre es posible alcanzarlo. Pero, ¿a dónde se fueron todos los capitales? ¿quienes ganaron millones con ello? ¿quiénes se beneficiaron?… Ya lo dije y no me canso de repetirlo: en política nada es casualidad. Se trata de un reto de inteligencias y de planeación, de grupos y de intereses que muchas veces no se pueden conciliar. ¿Por qué me culpan a mi? ¡Así son las cosas!… El tener cara de bueno y aparentarlo no significa siempre serlo… ¡No olviden que también soy humano!… Sí. Yo soy ese. El culpable de todas sus desgracias, de todos sus despechos, de todas sus rotas ilusiones. Sí. Yo soy el que traiciona; el que acribilla, el causante de terremotos, el diabólico, el que vende y el que roba. Y a mi, ¿quién me sobrevive?… No serán nunca mis hijos. Pobres. Ellos no son los culpables de que su padre haya subestimado a su propio Leviatán… Sí. Yo soy ese que señalan. Ese hombre que ahora ven pequeño y deprimido. Ese a quien desprecian. El expresidente odiado… Por Dios, abran los ojos y ¡pónganse en mis zapatos!