A J. Mattig, por hacerlo notar.

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Díganme Ustedes, ¿qué culpa tengo yo?
A mí nadie me preguntó nada. Yo nací aquí, bajo el reino de un hombre, bajo el yugo terrorista de un dictador y su corte de dirigentes de partido, jefes de turnos, oportunistas, esclavistas, plagiarios, déspotas y tiranos; todos planeadores de la “economía más justa y sociedad revolucionaria” que padecen los indígenas, putas, vernáculos, enfermos, disidentes y leales, doctores, estudiantes, campesinos y maestros por igual. ¡Son aserrín de cofres de piratas todos!

¿Qué culpa tengo yo de haber nacido aquí? Mi país es más grande que Bélgica o que Austria. Pero acá, vivimos con miedo, no puedo decir nunca lo que creo. Estamos condenados a la miseria, a no poder elegir, a vivir bajo el madero del extranjero que elija nuestro gobierno. No puedo comprar en la farmacia que me venga en gana, no puedo entrar a la tienda que me plazca. Ni siquiera soñar con comprar un carro, votar por algo, decidir qué estación de radio escuchar o qué tipo de diario leer… ¿Que este es el precio de la libertad? ¡A mí que no me vengan comemierdas! ¿Qué libertad existe donde no se puede ni elegir el papel de baño con el cual limpiarse el culo?… ¿Que este es el precio de luchar contra el imperialismo? ¿Que sufrimos por los bloqueos económicos yankis? ¡Que va!… Remen, remen, que aquí no pica… Si eso fuera cierto, el hambre sería el peor de nuestros males…

¡Maldigo a todo aquel que enarbole a Fidel como el último líder y el salvador que nos ha devuelto la dignidad! ¡Qué de digno tiene vivir en un país donde te educan a palos para convencerte de que criticar es deshonroso? ¿Qué de digno tiene un cubano como yo, nacido en la Habana, que no pueda hospedarse en el hotel Habana Libre porque no se es extranjero? ¡Nada! Que nos hemos sacado la rifa del guanajo…

Y todavía hay pendejos que dicen que a lo largo de estos años, “Cuba se ha constituido en el faro luminoso que guía a los pueblos del mundo en el camino por la construcción de una sociedad más justa y más humana” ¡Me resingo en el corazón de las putas de sus madres!

Díganme qué de justo tiene estar aterrillados. ¿Qué de humano tiene que te metan preso acusado de insurrección si uno dice o escribe asuntos que no le gusten a la presidenta del comite del barrio donde vivo? ¿Qué de justo y humano tiene una sociedad donde disentir es disidencia, donde no estar de acuerdo es traicionar a la patria? ¿Qué de digno tienen las calles llenas de gente amenazada por pensar diferente, por siquiera imaginar en la posibilidad de replantearse el camino? ¿Qué de humano tiene que seamos una potencia médica que sirva sólo a extranjeros como Maradona a las mil maravillas, y ni pinga para todos los demás que no tenemos cómo poder llegar a una sala de urgencias? ¿Qué de humano tiene morirse de una apendicitis implorando a Dios porque nos sentimos tan mal que no podemos pedalear la bicicleta que nos lleve a recibir tratamiento a un quirófano? ¿Qué de justo hay en vecinos que denuncien a otros por estar inconformes? ¿Qué de justo hay en necesitar de un permiso del ministerio y del Estado para poder navegar en Internet? ¿Qué de justo y humano tiene que existan campos de concentración para los que padecen sida? ¿Qué de justo y humano tiene que sea mejor asesinar al que ya no quiera vivir en la isla?… Decir otra cosa es vivir en fantasía, es estar por gusto engañados, es como decimos acá, “cagarse fuera del tibol” con la frente en alto porque aceptamos no tener libertades para resistir contra el imperio. Es más, métanse la lengua en el culo, ¿qué imperio? ¿Qué tiene todo eso que ver con el imperialismo? ¿Qué tiene que ver con el bloqueo económico? ¡A mí nadie me preguntó si quería yo ceder mis libertades!

Por eso me acusan de forajido, por decir lo que pienso en mi propia tierra; dicen soy un camajan, traidor y mercenario por servir a la contrarrevolución. Y esos mismos imbéciles se dicen de izquierda, liberales. Yo también sería de esos, amantes del romanticismo de nuestra “gloriosa revolución Cubana” si cómodamente viviera en Argentina, o México. ¡Con su puta madre! ¿Cómo es que idolatran algo que no conocen? Cada vez que toman su teléfono celular, cada vez que eligen su ropa, cada vez que compran un dulce en cualquier esquina, cada vez que cambian de canal, eligen qué comerán, debieran acordarse de sus consignas pro “Fidel y Hasta la Victoria Siempre”, y luego de nosotros que no tenemos ninguna libertad.

Díganme pues, ¿qué culpa tengo yo de haber nacido en este país?

Audio de Cubano rechazado por el Hotel Habana Libre

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