Se levanta tarde, aunque sigue siendo de madrugada. Lo primero que hace, es sentarse en la orilla de la cama y soplar un poco de vaho entre sus manos, que luego frota por un buen rato como para recuperar el calor perdido al abrir los ojos. Sucede que anoche se acostó bastante tarde. Y hoy, la cruda de cigarro y cervezas le han irritado el estómago.

Después de bostezar y sobarse el vientre en varias ocasiones (porque prefiere no defecar en su casa por la falta de drenaje), se pone de pie y decide fajarse la ya sucia camisa blanca. Se olfatea las axilas y se da cuenta de que la prenda no huele tan mal como podría. Sucede que se ha percatado que ahorra varios pesos durmiendo vestido y lavando en el riachuelo los días miércoles que descansa. Al fin y al cabo, el uniforme que se desgasta se lo regalan – o patrocinan con empresas fantasmas – de vez en vez en el gobierno capitalino…

Como no siente ganas de ir a un baño público, solamente se moja el cabello con agua que tiene en una maltrecha cubeta pintada con publicidad política, bajo una de las goteras del techo de lámina de su pequeña casa de ladrillos y pisos de tierra. Luego, con un peine negro de dientes roídos y sucios que siempre mantiene en la bolsa trasera de su pantalón azul, intenta aplacar esa cabellera rebelde que lo distingue como el “pelosnecios”. Se sonríe nada más de recordar el apodo que le ha marcado desde su niñez. Y es que está de buen humor.

El día de ayer, además de la larga jornada, sus compañeros de agrupación de transportistas y él, además de muchos otros, lograron el triunfo de su candidato en las elecciones del PRD capitalino. Apoyo de logística, le llamaron rimbombante y elegantemente. Pero en pocas palabras, era un escenario bien montado y ” lubricado, mi mai’ cuando ya venía retellena la unida, uno de mi changos, mi chalán, el pozole, ¿lo conoces?, sí, el que maneja mi taxi, ese, pues sí dice, quesque por quién iba yo a votar, y pues yo los convencía” – Ya estuvo mi mai -, celebraba entre tragos y mariachi, – me cai que ahora si sálimos de jodidos- Y no es para menos. Ahora les renovarán su concesión y posiblemente, muy posiblemente, pueda legalizar un taxi pirata que tiene trabajando con un amparo desde hace dos años, aunque no cumpla ni con las normas mínimas de seguridad. Desde muy temprano estuvieron levantando y llevando gente – gratuitamente – a votar para elegir al nuevo líder, aquel que los mantendrá pobres y contentos, aquel que será según ellos, el distinto Dios de la megalópolis, el compartido, el que apoya, el que pone las chelas y los uniformes, el que dará forma y fondo, el todo poderoso, el que todo recuerda, el único y el ungido, el verdadero amigo del pueblo, el carnal de todos. Porque él, no es como los demás. Él reparte playeras, discos de música, comida. Él si pone orden, él sí paga favores. Él si les quitará a los pinches riquillos, esos que te tocan el claxon cuando les avientas la “unidá” – mendigos de cuello blanco. – Si ya me vi, mi mai, en la casota esa de las lomas- Mi carnal si es inteligente y sabe que si el pueblo dice a medio día que es de noche, manda prender los faroles- ¿No se les ocurrió entregar papeletas ya tachadas a los ciegos? “pus te digo… Nel, si sí que sabe gobernar. Es como en épocas de mi abuelo, después de la revolución. Esos sí que eran hombres. No puro puñal. Hacían votar hasta los muertos”. – Si mi mai, no te la jales que hasta han de haber votado por nosotros los polecías linchados en Tlahuac- “Yo voté cuatro veces, porque en el destrito eleitoral me dieron más credenciales, mi mai'”. “Por eso nos encargó el candidato a nosotros la vigilancia y el robo de urnas a los carnales del grupo de comerciantes ilegales, a la Asamblea de Barrios y a los del frente Pancho Villa”. Nuevamente sonríe, cuando por última vez se asoma en un pedazo de espejo que tiene colgado con un clavo sobre una pared sin acabados.

Luego, se pone una chamarra de fútbol americano que le envió su hermana desde Indiana, en los Estados Unidos. Hecha un vistazo a su alrededor. Si todo sale bien, el grupo de Bejarano le conseguirá los papeles para legalizar su asentamiento en este terreno particular que invadieron. Total, hay que quitarles a los que tienen y darles a los que ya ni siquiera soñaban, dicen por ahí, eso es de beneficio público… entonces, convencido y con ganas de ver a los compañeros para seguir planeando a futuro sobre sus beneficios, se prepara para salir en silencio y abordar el microbús. Además, no quiere ni despertar a su vieja, porque seguro le pedirá nuevamente dinero “pa’ la leche del niño” y pues no trae. Como no ha podido trabajar últimamente por la campaña, no quiere escuchar más reclamos. Porque en el fondo sabe, que él cumplió su parte y por lo tanto, que el gobierno más temprano que tarde, le proveerá

Notas Relacionadas:
1 Decide el PRD permitir acarreo de votantes (usan microbuses)
2 Votos por comida – El Universal

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