Lo dije una vez por mi programa dominical: mejor no leo los periódicos porque no se fijan en lo importante, en los logros. Todo lo que recibo de ellos son críticas, ataques y golpes bajos. Pero hoy, hoy y hoy, es muy importante decir el Reforma encuestó a muchísimos mexicanos y mexicanas, y que un 60% de la población me apoya con el beso que le di a su Santidad. Hoy vale la pena mencionarlo, porque el porcentaje es mayor al que me convirtió en mandatario. Hoy, es importante recalcar que todos – incluidos los chiquillos y las chiquillas- me han demostrado que están listos para el cambio, que comienzan a apreciarlo, que ya no toleran la hipocresía de los malos gobiernos y de sus mandatarios que por siglos, han mantenido por miedo, una tradición impuesta por herejes difamados.

Esa era mi intención y todo estuvo premeditado. Eso lo digo porque a algún amigo periodista se le ocurrió decir que fue un instinto; que me había conmovido ver al Papa en persona y haciendo un gran esfuerzo. Falso. Lo hice y lo hice a pesar de todas las recomendaciones contrarias de mi mujer, de juristas reconocidos, de asesores y de académicos, porque soy el cambio. Lo hice porque los mexicanos somos Guadalupanos y porque – antes que todo, era la forma de anticipar el respaldo que podría recibir del pueblo mi reforma a las leyes y artículos relacionados con la educación y el clero. Lo creo: si los mexicanos nos unimos podemos lograr todos los cambios necesarios. Porque ya es justo que nos modernicemos. Ya no debemos, bajo ningún motivo, continuar apegados a las antiguas leyes donde no hay libertad religiosa ni de educación. Creo que la religión nos educa y nos da moral, y si todos la hubiéramos recibido desde chiquillos, nuestra situación como país sería mejor. Creo que por los menos los padres de un México democrático, debemos tener el de-re-cho de elegir si queremos educación religiosa para nuestros hijos.

Por eso lo hice y también por respeto al Santo Padre. Pero hay algunos que dirán que fue un acto de sumisión, o en el mejor de los casos, de novato. Es al revés. Y no por hacerlo pierdo autonomía como mandatario ni cedo mi autoridad a la Iglesia. La mejor demostración es que realicé mis segundas nupcias a pesar de que como católico lo tengo prohibido y distinguido como pecado. ¿Qué le falté al respeto a las otras religiones? Eso podría haber pasado en otro sexenio donde los opositores buscaban cualquier excusa para amenazar la legitimidad del que manda, pero no creo que suceda hoy. Otras religiones tenemos pocas y pocos sus feligreses, y creo que entienden que si ellos fueran Presidentes y llegaran a recibir con nuestra hospitalidad el máximo jerarca de su religión, pues harían lo mismo que yo. Lo que sí tenemos mucho, por montones, son sectas con las que personalmente no me identifico; pero vigilo por sus derechos igual que por todos los demás mexicanos y mexicanas, y eso ningún beso al anillo del Papa lo va a cambiar.

Los mexicanos y mexicanas me quieren por que soy honesto, y comienzan a conocer que lo que no se arregla, es porque intereses de muchos años atrás no me dejan. Lo del Papa ya pasó y ahora tenemos el compromiso moral de ser mejores personas. Por eso y porque era una pelea perdida, cancelé lo del aeropuerto. El gobierno de un mandatario católico ya no impone a golpe y porrazo. Ahora hay que pasar a lo siguiente; ahora tengo que concentrarme en el campo que veo que comenzará a tambalearse de tantos años de rezagos… debería mandar encuestar a los ejidatarios…