Hasta les tocó el claxon en apoyo y agradecimiento a los profes del CNTE que se metieron en las casetas de la autopista a la ciudad de México, para dejar pasar a todos sin pagar cuota. A nadie le cae mal ahorrarse unos pesos, pensó. Estos actos que le quitan al gobierno y a los ricos son bienvenidos.
Trabaja de analista en una empresa desde hace un par de meses, cerca de Paseo de la Reforma. No terminó la carrera porque va a tener un hijo, pero planea más adelante combinar estudios con trabajo, para labrarse un mejor futuro y sacar adelante a su nueva familia.
Está un poco agobiado. parece que será la primera vez, en lo que tiene de vida, que la selección de fútbol de México no irá a un Mundial por no calificar. Y el gobierno de México está pasando una reforma fiscal que parece que le va a complicar más el panorama: le va a encarecer con IVA el crédito para comprarse una vivienda, las cuotas para el colegio del hijo que nacerá y las croquetas del Chucho, un perrillo callejero que rescataron y a quien le han dado techo y comida a cambio de una lealtad de hierro. Quizás tengan que regalarlo. ¿Lo bueno? Que el América, su equipo predilecto en el soccer nacional, sí está jugando bien y de seguir así, podrían repetir el campeonato.
Ha comenzado a llover. En estas fechas llueve mucho. ¿Será cierto que el clima del mundo está cambiando? Tiene que llegar a la oficina a llenar el reporte de gastos y viáticos, porque ya va a ser quincena y quiere que le reembolsen gasolina y gastos de viajes lo antes posible. Cuando se estira tanto la cartera no se puede dar uno el lujo de financiar a la empresa que lo tiene contratado.
Sube el cristal de su auto. Enciende la radio. Nota que se le empaña el parabrisas. Baja un tanto la ventana para ver si así, mejora su visibilidad. Disminuye la velocidad. El fin de semana que viene es de sus fechas favoritas: el grito de Independencia. Se junta con familia y amigos a celebrar a México. Beben tequila, comen exquisiteces nacionalistas consistentes de garnachas y pozoles, gozan de lo lindo porque es puente. Es, de hecho, el primer grito que dará ya estando casado. En eso piensa sin saber que unos metros más adelante, en el kilómetro seis mas doscientos, tendrá un accidente: a seis mil metros y tantito de llegar.
Un camión de redilas patinará por la lluvia y le dará un golpe en la fascia trasera izquierda. La segunda ley de Newton hará que la fuerza de ambos vehículos se sumen y lo arrojen a él y a su auto compacto, a casi ciento ochenta kilómetros por hora, contra un muro de contención.
De milagro salvará la vida, pero quedará muy lesionado. Requerirá cirugía en el brazo, en el cráneo -para liberar la presión por inflamación por el traumatismo-, otra reconstructiva del pómulo y la nariz. Entre hospitalización y gastos serán cerca de doscientos mil pesos. Habrá que ver cómo pagarlos: endrogarse por muchos años, préstamos de todos lados… porque aunque la ley otorga seguro en las autopistas de CAPUFE a todo vehículo que por ahí circule, sólo es válido si se pagó el peaje.
Y sí, los maestros los dejaron a él, al camión que lo chocó y a muchos más, pasar gratis.
Maldita la hora. Maldito el efecto mariposa. Maldita la autoridad que no está. Malditos maestros en las casetas haciéndola de Robin Hood para ganar apoyo popular. Por eso y por la ignorancia hasta les tocó el claxon en apoyo y agradecimiento por ahorrarle unos pesos. Por creer que le quitaban al gobierno y a los ricos cuando, en realidad, se estaba afectando a si mismo. Maldita suerte. Maldita también, esta Realidad Novelada del kilómetro seis más doscientos.