Actualización (24 Dic 06): Un lector de este espacio, ha realizado las siguientes observaciones, que encuentro bien fundamentadas, coherentes y por el momento, irrefutables. Por ello, y porque lo importante de este espacio, es que todos puedan expresarse y que se haga honor a la verdad, aquí les dejo el comentario:

En la intoxicación mortal por cianuro (cálcico, mercúrico, potásico o sódico), en el cadáver, se encuentra un color rojo claro en la piel (orejas, labios, mejillas) y en las uñas, un color rosado o rojo oscuro en las livideces (hipostasias) paradójicas (localizadas en territorios no declives); el color sonrosado es muy llamativo en la sangre. Antes de morir, el intoxicado presenta intensas convulsiones y si la causa fue el cianuro potásico o sódico, se producen lesiones cáusticas en las vías digestivas y, si hay vómito, en las vías respiratorias. Si el estado de coma se ha prolongado, en lugar de la coloración rojo claro, rosada, puede haber cianosis. Éste carácter cromótico (rojo claro, rosado, sonrosado) se debe al hecho de que el cianuro produce vasodilatación por liberación de óxido nítrico. El pelo, al no contener sangre, no puede adquirir la coloración rojiza (1,2,3,4).
Por otra parte, cuando se encontró incorrupto el cadáver de Guizar, 12 años después de muerto, al exhumarlo, no despedía ningún mal olor (5) siendo que es característico de los muertos por intoxicación cianhídrica, el olor a almendras amargas (1,2,3).

Referencias:

1. Gisbert Calabuig, JA Tóxicos volátiles: ácido cianhídrico y fósforo en: Villanueva Cañadas, Enrique “Medicina Legal y Toxicología”. Masson, S.A., Barcelona, 2004:839-840
2. Vargas Alvarado, Eduardo “Medicina Legal”. Editorial Trillas, S.A. de C.V., México, D.F., 1999:351-352
3. Simonin, Camilo Leopoldo “Medicina Legal Judicial”. Editorial Jims, Barcelona, 1966:602
4. Knight, Bernard “Medicina Forense de Simpson”. Editorial El Manual Moderno, S.A. de C.V., México, D.F., 1994:32
5. Peñalosa, Joaquín Antonio “Rafael Guizar, a sus órdenes”. Editorial Jus, S.A., México, D.F., 1981:267

——–ARTíCULO ORIGINAL——–
Cuando exhumaron el cadaver del ahora santo mexicano, dicen tenía el cabello rojo. Dicen, podría tratarse de envenamiento (se queda en el cabello como rastro del asesinato). A ver si alguno de mis amables lectores, tiene más datos al respecto.El asunto está, en que me opongo totalmente a la censura y al fanatismo.

Y a la-agüela gatopardo la quisieron censurar por ESTE artículo.

De hecho, le hicieron lo que a mí: le quitaron su contraseña del blog y lo borraron. Afortunadamente, ya lo ha recuperado. Pero por si lo quieren volver a hacer, yo lo reproduzco aquí con su autorización:

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¿POR QUé TENÍA EL CABELLO ROJO EL CADAVER DE SAN RAFAEL GUIZAR Y VALENCIA? (autor: GATOPARDO)
Si se analizara el cabello de San Rafael Guizar y Valencia, se podría descartar que la causa de su muerte fuera el veneno suministrado por su sobrino, Marcial Maciel Degollado, en un te.
El mismo día de su muerte, el obispo Rafael Guizar había tenido una acalorada discusión con Marcial Maciel en el seminario de Jalapa, que dirigía, y había decretado su expulsión por no tener capacidad para estudiar (su incultura es enciclopédica), ni espíritu de sacrificio, ni vocación para el sacerdocio, y haber sabido sus avances sexuales a seminaristas más pequeños, y añadió que “si seguía el camino de las órdenes sagradas se estaba exponiendo a la condenación eterna.”Todos, sacerdotes y seminaristas escucharon la disputa, e incluso temieron que Marcial Maciel pasara de la violencia verbal a la violencia física contra el Obispo Rafael Guizar.

Esa noche, su sobrino le llevó un te para sus molestias estomacales, y pocas horas después de bebérselo, murió don Rafael Guizar y Valencia. Un detalle hagiográfico sobre su muerte, cuenta que fue imposible acostarlo en la cama y tuvieron que dejarlo en el suelo, y explican que quiso yacer ahí “como San Francisco”, aunque esta incapacidad para acostarlo en la cama más bien parece normal si se tiene en cuenta que las convulsiones agónicas por envenenamento son de tal violencia que llegan a fracturar la columna vertebral, y su paroxismo no diferencia a santos de pecadores.

A la semana, Marcial Maciel, abandonó el seminario, porque sus compañeros y sus superiores sospechaban que había sido el causante de la muerte de su tío.

En 1950, al exhumar del panteón el cadaver del obispo Rafael Guizar se encontró en gran parte incorrupto, y su cabello blanco había virado al rojo.

Hay demasiadas muertes “providenciales” entre quienes estorbaron a Maciel:

El Padre Francisco Orozco Yepes muere en extrañas circunstancias, cuando viajaba desde Irlanda a Roma, adonde tenía el firme propósito de denunciar las perversiones de Marcial Maciel ante la Sagrada Rota Romana. No se sabe qué o quién le hizo abandonar el avión al hacer escala en Madrid, alquilar un coche en el aeropuerto y, aparentemente, preferir hacer miles de kilómetros para ir a Roma, adonde jamás llegaría.

También murió el Padre Rafael Cuena, uno de los primeros que entregó solemnemente a Maciel sus votos de pobreza, obediencia y castidad, amén del llamado “cuarto voto”, que consiste en no criticar jamás a sus superiores ante terceros.

Un obispo de México que se oponía a la Erección Canónica de la Legión de Cristo, en plena discusión, ante testigos, fue amenazado por Marcial Maciel. Pocos días después, un camión embistió en la carretera al coche del obispo, y murieron dos de sus cuatro ocupantes, pero no el obispo. Al mes , otro camión embistió el coche del obispo, y esta vez no se salvó.

Sobre la muerte del sacerdote legionario Fernández Amenabar, rector de la Anahuac, transcribo un retazo de la entrevista de Luis Miguel Carriedo a Alejandro Espinosa :

– “¿En su libro usted se refiere a la muerte de Juan Manuel Fernández Ameníbar como una muerte poco clara?”

– “Si, porque hay muchas circunstancias que la enturbian. Primero, la visita de la hermana de Maciel ese día. Segundo, la visita del padre Gregorio López, también ese día. Tercero la desaparición de los documentos que Juan Manuel, ante testigos, había decidido que resguardara José Barba Martín (donde se inculpaba a Maciel). Además no creo que una persona en franca recuperación, muera de repente, porque en el hospital se le atragantó un pedazo de pollo. Para mí, ahí hay gato encerrado.”

Algo así debía de temer Juan José Vaca como reacción a una carta estremecedora, en la que reprocha pormenorizadamente a Maciel el daño irreparable que le había producido, le pide cuentas, y acaba advirtiéndole:

“Deseando ser absolutamente sincero con usted, le informo que el original de este escrito y once copias más se encuentran profesionalmente aseguradas, dentro de sobres sellados, en un depósito inaccesible a indiscreciones. Estos doce sobres llevan el nombre y dirección de sus destinatarios – altas personalidades de la Iglesia y de la sociedad, quienes eventualmente conocerán su contenido – y que inmediatamente llegarán a sus manos, en dos circunstancias. La primera, en el caso de que yo muera o desaparezca inesperadamente…”

Juan José Vaca fue uno de los ex legionarios que, a raíz de la muerte de Fernández Amenabar y la petición de justicia que hace el padre Athié en su nombre, y en su funeral, se atrevió a denunciar los abusos sexuales que habían sufrido, y la conducta depravada de quien se hace llamar “Mon pére”, y que ha programado a sus adeptos para que le tributen un culto reservado a los santos.

Parece aventurado pensar que el Vaticano conoció el resultado del análisis del cabello del Obispo Rafael Guizar, antes de su canonización, y que fuese eso – y no las denuncias de sus víctimas -, lo que determinó la suspensión ad divinis de Marcial Maciel

¿Cuál es la substancia, más conocida en la toxicología forense que en la tricología cosmética, que habría cambiado el color del pelo del obciso?

AUTOR: Gatopardo

Más información:
Protectores de pederastas, por Eduardo Ibarra Aguirre
Entrevista al ex legionario Alejandro Espinosa en Proceso (México)
Los legionarios en campaña, por Edgar Gonzólez Ruiz
Entrevista de Luis Miguel Carriedo a Alejandro Espinosa
Artículo de Teresa Conde sobre el libro de Fernando M. González (*)

Libros recomendados:
Autor: Alejandro Espinosa
Título: El legionario
Editorial: Grijalbo

Autor: José Martínez de Velasco:
Título: Los legionarios de Cristo. El nuevo ejército del papa
Editorial: La esfera de los libros, SL

Autor: José Martínez de Velasco:
Los documentos secretos de los legionarios de Cristo.

Ediciones B, S. A.
Autor: Fernando M. González
Título: Marcial Maciel. Los legionarios de Cristo: testimonios y documentos inéditos (*)
Editorial Tusquets


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No sé si “la crónica enfermedad del “santo”, fuera envenenamiento progresivo. Es más, no sé siquiera si hubo tal envenenamiento. Lo que sí sé, porque lo he visto, es que la han querido censurar. Así que reproduzco aquí el texto, y dejo el jucio del mismo a ustedes. Sépase que yo no sé siquiera si hubo tal envenenamiento…

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